Berizzo señala el camino del gol


Foto: Ricardo Grobas
Dicen que cada maestrillo tiene su librillo, y el mundo del fútbol no iba a ser diferente. Si la temporada pasada Luis Enrique había hecho escuela subido a un andamio megáfono en mano, el cuerpo técnico de Eduardo Berizzo ha preferido importar para A Madroa un método de trabajo más a ras de suelo en el que tanto para la preparación física como para labores más tácticas recurren a cuanto elemento tienen a mano. Esterillas, combas y cintas blancas para delimitar el terreno de juego ya son parte habitual del atrezzo que emplean los celestes.

Esas cintas blancas, a modo de líneas de cal portátiles, han servido a Berizzo para trabajar con sus hombres desde el primer día de la temporada. El cuerpo técnico las utiliza para delimitar y achicar espacios, pero también como herramienta con la que enseñar a los atacantes celestes el camino del gol. Hace unos días, durante un entrenamiento, Berizzo sorprendía al dibujar sobre el césped un cuadrilátero que surgía de la media luna hacia la divisora y que servía para definir la zona de acción de los hombres encargados de crear juego en el Celta.

A la vez, de los dos vértices del área grande nacían sendos carriles que, en diagonal, se encaminaban hacia la portería y servían como una referencia más para los atacantes. Dos pasillos perfectos que indicaban a los jugadores más ofensivos la ruta a seguir hasta la meta. «Hicimos trabajos divididos en defensa y ataque y aprovechamos para hacer labores de definición. Esos pasillos eran para mantener la línea», explicaba el delantero Joaquín Larrivey al respecto.

En esa sesión de entrenamiento, y durante cerca de una hora, Ernesto Marcucci se afanó en dar directrices a los jugadores, en arengarlos, en felicitarlos y en corregirlos mientras estos aprovechando los caminos dibujados en blanco, ejecutaban los diferentes ejercicios tácticos.

Los interiores, sin salirse de su zona, se encargaban de iniciar el avance y distribuir el balón con movimientos perfectamente coreografiados. Cambios de orientación con los exteriores entrando hasta las inmediaciones del área y enganchando el balón al primer toque para centrar a los delanteros, o acciones en las que los extremos avanzaban en velocidad hasta el arranque de los pasillos para centrar y que su compañero rematase avanzando sobre el camino señalado desde el vértice opuesto formaron parte del repertorio expuesto por los vigueses. Y es que en un equipo tan ofensivo como el que pretende comandar Eduardo Berizzo, nada puede quedar al azar. La verticalidad y el fútbol combinativo, con constantes cambios de orientación ya se han convertido en el sello de identidad del ataque celeste en este arranque de Liga.

Lorena García Calvo / La Voz de Galicia

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