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Foto: Jorge Landín |
Augusto Fernández es un luchador incansable que no se rindió hasta lograr su objetivo. En estos dos últimos años, de forma especial, ha luchado por llegar a Brasil con la selección del país que le vio nacer. No era sencillo, muchos creían que no llegaría. El propio jugador lo habrá creído en alguna ocasión, pero siempre había un día siguiente para levantarse y seguir trabajando. Los principales beneficiados fuimos los aficionados célticos que estamos teniendo la fortuna de disfrutar de Augusto al mayor nivel de su carrera deportiva.
Si la tensión acumulada durante estos dos años no era suficiente, Augusto sufrió una lesión en la penúltima jornada de Liga que hacía peligrar seriamente su concurso en Brasil. Abandonando Balaídos en compañía del Doctor Cota, Augusto pensaba que ese inoportuno golpe podría separarle de su sueño. La receta era clara: Trabajo y más trabajo, y así fue como se recuperó y estuvo listo para que Sabella decidiese. Quedarse fuera de Brasil sería una decisión del seleccionador, no la mala fortuna de una lesión.
Tal vez por eso, por todo lo acumulado durante estos dos años, por la lesión que casi le priva de acudir a Brasil, la reacción de Augusto nada más saber que su nombre estaba en la lista definitiva fue la de romper a llorar como un niño, según informa el portal infobae. Una forma más de demostrar cuánto deseaba estar en el grupo selecto que representará a Argentina en Brasil. Según estas informaciones, la capacidad de lucha y sacrificio de Augusto resultaron clave para que Sabella, conmovido por su esfuerzo, creyese que el centrocampista céltico podría ayudar a su selección en el Mundial.
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