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Foto: Cristina Abadia |
Llegaba el Celta a Pamplona con mucho que decir y nada que
perder. Con el alivio de la salvación matemática y las ganas de agradar. Con
Orellana y Nolito lanzados al mejor nivel posible y con la vuelta de Oubiña al
once titular. Y, para redondear la tarde, con el merecido protagonismo de ‘el
gato de Catoira’, un Sergio Álvarez que obtenía el premio a su constancia
ofreciendo dos de las paradas más impresionantes de muchos años de Liga
española. El objetivo cumplido ofrece al equipo vigués una falta de presión
que, sin duda, es el mejor amigo de su juego de toque.
El Lucho estaba con ganas de ofrecer premio a sus jugadores.
La ausencia de Charles provocaba la titularidad de Bermejo y este apunto estuvo
de conseguir el gol que todos ansiamos para su redondear su esforzada
temporada. Super-Mario nunca resta. Y empezó el partido con el clásico empuje
celeste fuera de casa que consiguió pasar por encima a un habitualmente intenso
Osasuna. No es casualidad que el Celta haya batido su récord de victorias a
domicilio en esta campaña ya que los vigueses salen con ambición se encuentren
en el campo que se encuentren. Fruto de esa ambición llegaron un par de
ocasiones en apenas otro par de minutos.
Los de Javi Gracia se defendían como podían e intentaban
salir con más corazón que cabeza ante el frío pero a la vez cálido juego de
toque celtista. Michael Krohn-Dehli, bien secundado por un soberbio Borja
Oubiña en su vuelta al once, dirigía al equipo alternando pases rápidos con
arrancadas espectaculares. Y a su lado, participando más que nunca en la creación,
Fabián Orellana. El chileno sigue en racha y sus movimientos entre líneas hacen
tanto daño al rival que lo raro es que no provoquen goles. Así llegó el primero
del partido, tras asistencia genial a Nolito que el andaluz, sobrado de clase,
picó por encima de la meta de Andrés. Un golazo de esos que se repetirían hasta
la saciedad si la camiseta fuera otra.
Lo mismo que ocurriría si Sergio fuese un santo tras la
doble parada a remate de Oriol que fue el preludio del segundo tanto vigués. Algo
timorato en las salidas pero espectacular en todo lo demás, el de Catoira se
lleva todos los elogios porque se lo merece y lo demuestra. Tardaremos mucho
tiempo en ver una parada así no ya en España, sino en el fútbol mundial. Y eso
de que las grandes paradas valen puntos se tradujo esta vez en un gol en campo
contrario. Orellana, otra vez, se vistió de Garrincha con dribling perfecto y
centro medido a un Nolito, otra vez, que empalmó con clase e interior el balón
a la red pamplonica.
0-2 y la sensación de que el Celta era muy superior en ambas
áreas a un equipo que jugaba con empuje pero con la resistencia anímica de una
situación comprometida. Lo mismo que tantas y tantas veces vivimos en nuestras
propias carnes la temporada anterior. Pero esta vez vemos el toro desde la
barrera y somos capaces de controlar la situación. El resto del partido fue un
quiero y no puedo osasunista, con alguna que otra gran parada de Sergio y
alguna que otra gran ocasión marrada por los jugadores de Luis Enrique. Sirvieron
los minutos para dar más premios: debutó David Goldar y A Madroa se apuntó otro
punto. Las bases del futuro, a pesar de la mala suerte del filial, se siguen
asentando en un trabajo que importa y crece rama a rama.
Se acabó el partido y octava victoria a domicilio, ya lejos
de Andalucía, confirma al Celta como el equipo revelación de la temporada. Una
liga que al final se hará corta, porque si dura cinco jornadas más se pelearía
con fuerza por Europa. Ahora no es momento de pensar en eso. Es momento de
disfrutar con un equipo que ha terminado por funcionar tras tantas dudas
iniciales. Porque la paciencia y el sentido común, juntos de la mano y
aportados por cada parte interesada, siempre conducen al buen camino. Ahora
vienen las plazas más difíciles y bonitas de la temporada. Sin presión, pero
con las mismas ganas de seguir agradando y disfrutando.
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