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Foto: Jorge Landín |
Me aterra la gente que se define sincera. La sinceridad es un arma de destrucción masiva. Nos conduce al caos. La sociedad humana necesita hipocresía, que está en la esencia de la evolución biológica. Los monos se arrojan los excrementos a la cara. Las personas, a la espalda, como se sabe en los corrillos de las oficinas cuando se da la vuelta el jefe. Como afirma Joaquín Reyes, mejor que hablen de nosotros cuando no estemos. No está demostrado que los oídos piten en ese caso.
El apocalipsis llegará cuando la gente se ametralle las verdades por la calle. Necesitamos la mentira, al menos las mentirijillas cotidianas. Y sobre todo el silencio, lo que callamos. Las formas exceden lo decorativo. Influyen sobre la sustancia.
Todo el mundo sabía que el Barça querría a Luis Enrique. El Celta había asumido su marcha. Pero eso no mitiga la indigestión de Zubizarreta y Luis Enrique reuniéndose en directo en el telediario. También todos sabemos que nuestros padres practican o practicaron sexo, como nuestra misma existencia prueba. Pero eso no significa que nos resulte agradable imaginarlo, no digo ya contemplarlo. Funcionamos sobre la base de que nuestra madre es un muñeco de algodón ajeno a cualquier pasión sudorosa.
Esos pactos tácitos son necesarios. Tú sabes, yo sé, pero fingimos ignorarlo mientras resulte necesario. Lo que Luis Enrique se ha cargado quizás por ingenuidad, él que tan obsesivo se muestra en el control. En Zubizarreta se detecta intención. Su viaje hacia Gavá alcanza lo pornográfico. El alboroto ha librado durante algunas horas al Barça de los impuestos impagados por Messi, los jóvenes abducidos por La Masía y la amenaza de una temporada en blanco.
Lo del Barça huele a soberbia. No se preocuparon demasiado por ocultar la reunión porque no consideraron que el Celta se mereciese ese esfuerzo. La misma soberbia que en Madrid, cuando suponen que ahora el Celta presentará resistencia porque Luis Enrique se va al Barcelona. Porque todos los demás existen como simple complemento.
Luis Enrique es un tipo sincero, dicen como elogio. Es su principal defecto. El Celta se merecía una mentira. En vez de eso, ha visto a su técnico y a Zubizarreta en pleno acto sexual. Pavorosa imagen. Igual que una sincera foto de Welliton en Instagram rodeado de cervezas.
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