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Foto: Ramón Leiro |
Más allá de los flashes, de las cámaras, de los balones de oro y de la élite, existe otro fútbol y otros futbolistas. Son la gran mayoría. Futbolistas a los que les cuesta llegar a fin de mes, que tienen verdaderos problemas para cobrar en sus clubes y que se ven obligados a compaginar otros trabajos con su profesión para poder lograr un sustento económico adecuado. Detrás de la falsa opulencia de la que presume el fútbol, hay una realidad con la que nos damos de bruces muchas más veces de las que pensamos.
No hace falta ir muy lejos para encontrarnos algún ejemplo. El último que nos hemos encontrado es el de Aitor Pastoriza, futbolista vigués (28 de octubre de 1988) que jugó en el filial entre 2007 y 2010. Tras varias campañas en el filial céltico pasó al Coruxo, donde jugó tres temporadas, y ahí comenzó su "aventura" futbolística. Primera cuando aceptó una oferta del Salamanca. Le prometieron una residencia para vivir, que acabó siendo un geriátrico, y el equipo ni tan siquiera llegaría a competir, así que aceptó la oferta del Noja, que no llegó a pagarle.
Hastiado, ha decidido abandonar el club cántabro y regresar a Vigo para trabajar en la empresa de su padre, que nada tiene que ver con el fútbol, pero que le garantiza un sueldo a final de mes. Es la pequeña historia de Aitor Pastoriza, un chico que aún tiene un futuro por delante en el mundo del fútbol, pero que ya ha saboreado los sinsabores del "profesionalismo" en un pais donde el sistema futbolístico está devorando a equipos y profesionales. Podéis leer su historia a través de una entrevista realizada por Miríam Vázquez Fraga en La Voz de Galicia al propio futbolista.
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