Fontàs, o el central que (nos) calla bocas


Foto: José Lores
Voy a hacer un ejercicio de sensatez inhóspito entre los que opinamos y contamos sobre el Celta. Me equivoqué. Tenía una opinión errónea y los hechos han demostrado que no tenía razón. Y conmigo muchos más. Dicen que rectificar es de sabios. No lo sé, pero como mínimo es de justos. Y de justicia es reconocer que Andreu Fontàs no era el jugador que opinábamos en las primeras jornadas.

Los hechos en aquellos partidos no han cambiado. Lo sucedido ahí está. Pero erramos en el diagnóstico. Yo erré. Habían unos problemas que presupuse eran falta de calidad en el central catalán. Sin embargo, el tiempo me hace pensar que factores externos a él provocaban su falta de contundencia, sus nervios o la facilidad que regalaba al rival. Un lateral que no es tal o un central aún verde, la larga sombra del compañero descartado por el entrenador que le trajo, o todas juntas.

Todas van camino de desaparecer. El no lateral Toni ha perdido parte del favor de Luis Enrique. El central David Costas ya no es el titular. El compañero Túñez ya no lo es, ahora aprende hebreo. Y las consecuencias son evidentes. Sus errores han disminuido o incluso desaparecido. Las virtudes afloran con suma rapidez. Inteligencia al corte, una facilidad en la salida de balón digna de la cantera que le formó. El central que conocía Luis Enrique se muestra.

No echemos las campanas al vuelo. A pesar de ello el sábado no estaba un desaparecido Málaga, injusto calificar ante incomparecencia del rival, o el todopoderoso Barça, igual de injusto para poner nota. El sábado había un rival apretando, que jugaba en su casa y herido por la goleada en el Bernabeu. Se repitieron las buenas sensaciones.

Ayer no era el peor central de Primera. Hoy no es el hermano gemelo de Piqué. Pero el mañana pinta bien. Ojala en febrero tengamos que escuchar: “¿Te acuerdas cuando dijiste que era el peor fichaje? Para matarte.”

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