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Foto: Getty Images |
La Primera División se ha convertido en un infranqueable muro para Fabián Orellana (Santiago de Chile, 1986). Desde que llegó al fútbol español en el 2009 ha jugado con tres equipos diferentes en la élite y en ninguno de ellos se ha consolidado. De hecho, sus mejores números en Primera corresponden, un lustro después, a su etapa en el Xerez de Gorosito en el año de su desembarco. De azulón marcó sus dos únicos goles en la máxima categoría (al Málaga y al Santander). En Chapín fue además en donde tuvo continuidad: 26 partidos.
Desde entonces ha desaparecido del mapa en Primera, en donde ya acumula 36 partidos en blanco. Sus últimos cinco en Xerez, los 17 que tuvo en Granada de la mano de Anquela y los 14 (la mitad como titular) que vivió en Vigo el curso pasado. Además, no marca un gol desde hace más de 15 meses. Fue al Xerez el 23 de mayo del año pasado.
Fabián tuvo la oportunidad de redimirse marchándose al Mallorca hace una semana en el cierre del mercado, pero la disputa por una cantidad ridícula (para un futbolista) le empujó a quedarse en Vigo. Desde hoy tiene que luchar por cambiar una situación que se antoja irreversible. Luis Enrique ha admitido que no le ve ni como solución de inicio ni como recambio y ahora el chileno corre el riesgo de quedarse en blanco hasta la apertura del mercado invernal.
Dotado de una gran calidad, triunfar en Primera se ha convertido en su gran estigma. Quizás hoy comienza a pasar su último tren. Sale de A Madroa.
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