Desde el 17 de junio de 2007, de infausto recuerdo, hasta el 3 de junio de 2012, el celtismo purgó durante cinco años en el infierno de la Segunda División. Fue un duro castigo tras años de caviar, de fiestas por Europa, de buen fútbol en Balaídos con goleadas a rivales de postín y presentaciones de grandes jugadores cada verano. El glamour dio paso a una época oscura en la que el fútbol cedía su protagonismo a otra serie de "virtudes", a las que el periodismo ha dado en llamar "oficio".
Cada quince días visitaban Balaídos equipos plagados de futbolistas trabajadores con entrenadores concienzudos, sabedores de sus limitaciones, que llegaban a Vigo dispuestos a llevarse un empate y, si se terciaba, la victoria. Con el paso del tiempo fueron dándose cuenta de que cada vez se terciaban más las victorias porque eran relativamente fáciles tirando de oficio. El guión se repetía constantemente. Bastaba con acertar alguna acción de estrategia y a partir de ahí exprimir el oficio al máximo. Pérdidas de tiempo constante, marrullerías, las que hicieran falta. Ayudaba la escasa personalidad de los árbitros, que solían permitirlo hasta los instantes finales.
Cuando el 3 de junio el árbitro señaló el final de aquel Celta - Córdoba que ponía punto y final a la pesadilla muchos pensábamos que aquellos partidos quedarían relegados al olvido. No para siempre, pero al menos por un tiempo. Pero esta tarde, como si nos hubiésemos montado con Christopher Lloyd en el Delorean, hemos viajado al pasado. Y allí estaba el Elche, como en aquellos años de Segunda, protagonista habitual. El mismo equipo de siempre, con sus mismos jugadores trabajadores, con oficio, sabedores de sus limitaciones, pero conocedores de lo que hay que hacer para llevarse los puntos de Balaídos.
Marcaron su golito, donde demuestran ser un equipo de Primera División, y comienzan a comportarse como el equipo de Segunda División que cada año acudía a Vigo cargado de oficio. Pérdidas de tiempo constantes, toquecitos al balón cada vez que se paraba el partido, golpes dolorosos, lesiones incurables, minutos para realizar cualquier saque... todo ello con la connivencia del árbitro, que tan solo añadió tres minutos al término de los noventa reglamentarios. Será que aún llevan pocas jornadas en primera y no se han adaptado. Doc, devuelvenos al futuro, por favor.
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