Sueño cumplido


Valeria Alcántara, con su hija Thaísa. // Marta G. Brea
La emoción fue una de las notas predominantes de la presentación de Rafinha como nuevo jugador del Celta, que regresa a la ciudad en la que vivió durante diez años y en la que volverá a vivir con su madre, Valeria Alcántara, y su hermana Thaísa.

La progenitora del nuevo jugador del conjunto olívico era ayer la persona más feliz de las más de tres mil que acudieron a darle la bienvenida a Rafinha. Valeria reconocía que pensaba que este momento no iba a llegar nunca y que es un "sueño" volver a tener en casa a uno de sus dos hijos futbolistas. "Jamás pensé que uno de mis hijos llegaría a jugar en el Celta. Estoy muy contenta. Después de siete años, tenerlo en casa es un sueño. Todavía no me lo creo", señala.

El multitudinario recibimiento que propinó el celtismo a su hijo provocó la emoción de Valeria Alcántara, que no pudo reprimir las lágrimas sobre el césped de Balaídos en el momento que la grada coreaba el nombre de su hijo, que explica por el cariño que todavía se le guarda a Mazinho en Vigo. "La gente se portó muy bien con él y ver al hijo ahora es muy bonito", destaca la brasileña, que reconoce que durante estas semanas en las que no se concretaba el acuerdo entre Celta y Barcelona, su hijo lo pasó mal en ciertos momentos: "Muchas veces se puso nervioso. Lo que más quería en la vida era estar aquí. Hubo que esperar y por suerte tuvo final feliz.Tenía unas propuestas mejores pero antes es la felicidad que el dinero.".

Ha sido una semana especialmente movida para la familia Alcántara, con Thiago comprando el billete a Múnich y Rafinha a Vigo, decisiones con las que Valeria está satisfecha: "Me alegro por los dos, los jugadores tienen que ser felices y deben buscarlo".

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