La "Rafinhamanía" se instala en el celtismo


Foto: Óscar Vázquez 
La llegada de Rafinha a Vigo ha desbordado la ilusión entre el celtismo. La presentación del nuevo futbolista céltico congregó en Balaídos a más de 4.000 entusiastas aficionados, ávidos de ver en directo al fichaje estrella de la temporada. Habría que remontarse muy atrás en el tiempo para encontrar algo similar. Las presentaciones de futbolistas en las últimas temporadas congregaban, en el mejor de los casos, a un centenar de aficionados, generalmente menos. Hugo excepciones, como la llegada de Orellana a Vigo en su segunda etapa como jugador del Celta. Y poco más. 

Tendríamos que remontarnos, probablemente, a principios de la pasada década, con los fichajes estrella de un equipo que peleaba todos los años por entrar en Europa, y que lo conseguía indefectiblemente. Muchos años han pasado desde entonces, pero algo ha cambiado. Hoy la afición no se reunió en Balaídos para aplaudir a un croata con pasado en el Milan, a un egipcio con pinta de estrella, o a un francés perseguido por el Celta durante años. Hoy se han juntado 4.000 personas en Balaídos para aplaudir a un chico de la casa, a un vigués y celtista. Porque aunque no haya nacido en Vigo, el acento y la forma de hablar lo delata. Y aunque no haya nacido celtista, los detalles también lo delatan. 

El beso al escudo, lleno de verdad, enfervoreció a la afición. La "Rafinhamanía" se ha desatado en Vigo y da la sensación de que será imposible de parar. A poco que su rendimiento sea la mitad de lo que todos esperamos, será el próximo ídolo de la afición. Lo vivido esta tarde en Balaídos ha sido espectacular. Es difícil calcular el impacto de este futbolista y lo beneficioso que puede ser su fichaje para el club. La expectación que ha generado, muy superior a cualquier de los fichajes de esta temporada y de la anterior, hará mucho bien al equipo. El club ya ha ampliado el plazo para abonarse con descuentos, y a buen seguro que más de uno se lo está pensando en este momento. Este Celta ilusiona. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero este verano feliz no nos lo va a sacar nadie.  Ni la valla de Preferencia pudo resistir tanta felicidad.

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