La candidez de Mouriño


Foto: Ricardo Grobas
Uno de los dichos más famosos del refranero español es aquel que dice que el que no llora, no mama. De Lucas, tras el partido contra el Betis, decidió sacar el rifle, apuntar hacie el Comité Técnico de Árbitros, y soltar una de esas frases que en cuanto uno la escucha sabe que será de lo más comentado a lo largo de la semana. Ayer, Natxo Insa decidió intentar superar la machada de su compañero, asegurando que a veces le dan ganas de meter la cabeza y reventar a alguno. Declaraciones que podrían llegar a interpretarse como incitación a la violencia. Personalmente, semejantes manifestaciones no me han gustado. Primero, porque no creo en teorías conspirativas que buscan el descenso del Celta. Y segundo, porque las perlas que dejan caer De Lucas e Insa solo les perjudican a ellos mismos. Pero no tienen la culpa.

La culpa es de quien les ha llevado a esta situación. Porque los jugadores pueden afrontar un error o dos, aunque les duela. Tras un choque en el que han sido muy inferiores a su rival, todo hay que decirlo, a pesar de jugarse la vida. Y ven que el colegiado les anula un gol legal por 2,84 metros a falta de menos de diez minutos para el final. Y que en las últimas 6 jornadas les han dejado de pitar dos penas máximas clamorosas. Se han inventado una en contra. Y ahora se les anula un gol por un fuera de juego inexistente por casi tres metros. Y jode. Sobre todo, cuando uno ve que ciertos rivales se han visto beneficiados en ese mismo periodo de tiempo. Y los jugadores se sienten impotentes, y solos ante esta situación. Porque, y he aquí el problema, al club no parece importarle.


Carlos Mouriño y el resto de su cúpula directiva han dado la callada por respuesta. Han “abandonado” a los jugadores. Y estos han comenzado a hacer la guerra por su cuenta. Con salidas de tono como estas no se llega a ninguna parte. Un comunicado de prensa por parte del club, una queja formal ante el CTA… Podría haber evitado la meada fuera del tiesto y la posible sanción al catalán y al valenciano. Y este se convierte en el enésimo error de los altos cargos celestes esta temporada. Una campaña en la que no han dado la talla. Porque como es lógico una vez que comienza el curso deportivo se habla de los jugadores, del cuerpo técnico, incluso del director deportivo… Pero no es habitual que el nombre del presidente o del director general salgan constantemente a la palestra.


Porque, y quiero dejar claro que esto es una opinión personal, el Celta tiene un grave problema con los que mandan. No estoy insinuando, ni mucho menos, que considere que el presidente deba abandonar la entidad. Pero si creo que debería replantearse muchas de las cosas que han sucedido este año. Y replantearse si la gente que le rodea es tan válida como él cree. Han aparecido muchas historias sobre enfrentamientos, discusiones y desacuerdos de las que desgraciadamente un servidor no puede afirmar su veracidad. Pero cuando uno lee declaraciones y entrevistas de los implicados todo parece estar más claro.


Porque cuando uno lee que el entrenador pide un perfil de jugador para cubrir una posición y le traen un perfil diferente para cubrir un puesto diferente, algo va mal. Cuando uno lee que el director deportivo tiene atado a un jugador con unas características y llega el director general y le tumba esa negociación para traer a otro con otras características, algo va mal. Cuando uno lee que la cúpula directiva le comunica antes la decisión de destituir al entrenador vigente a la prensa que al propio entrenador, y que este se entera de su despido por los medios de comunicación, algo va mal. Cuando uno ve que el presidente tiene que salir a explicar la no contratación de un segundo entrenador, y además durante la comparecencia se muestra visiblemente alterado, algo va mal.


Porque cuando uno lo suma todo, son muchas cosas. Demasiadas. Y todo se empeora si echamos la vista atrás, y recordamos cómo se marchó Eusebio. El vallisoletano se fue dejando claro que su relación con Torrecilla y con Chaves no era buena. De hecho, llegó a acusarles indirectamente de no remar en la misma dirección que el equipo. También su segundo, Carlos Hugo Bayón, dejó un recado similar hacia la directiva. Incluso se puede sacar punta de las declaraciones de Miguel Torrecilla hace dos meses durante una de sus tres habituales comparecencias anuales para analizar la trayectoria del equipo. En aquel momento, el director deportivo quiso dejar bien claro que él no decide los fichajes. Que es el Celta el que los trae, trabajando de una manera determinada desde el consejo de administración y la presidencia.


El caso es que si el director deportivo no le trae al entrenador los refuerzos que pide, si el director general se entromete en la labor del director deportivo imponiéndole determinados refuerzos y si el presidente ni acierta en las formas a la hora de despedir a un trabajador ni a la hora de contratar a otro, ni hace nada para detener este descontrol, ¿cómo va a funcionar bien el club? Todos estos errores, unidos a los de Herrera primero y Abel después y a los de los propios jugadores, son los que están propiciando que el Celta de Vigo esté a un paso de volver a la Liga Adelante.


Por favor, señor Mouriño, ponga orden dentro del club. Reaccione. Salga a defender a su equipo. Mande a alguien que lo haga. O, al menos, presente una queja formal ante el CTA, la LFP o quien considere, y fíltrelo a los medios. Usted ya sabe lo que es descender con este conjunto. Y sabe lo duro que es volver a subir, por mucho que ahora estemos mejor económicamente. Es innegable que desde que usted llegó, la directiva del Celta ha hecho un gran trabajo y un gran esfuerzo hasta esta temporada. Han sacado a la entidad de la ruina y la han devuelto a la Primera División. Han conseguido volver a ilusionar a una afición, a toda una ciudad. Nos hicieron creer que éramos un club diferente. Por favor, no permita que se pierda esa ilusión. O todo su trabajo no habrá valido para nada.

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