El olor de las grandes noches de Balaídos


ÓSCAR VÁZQUEZ
Todo está preparado para el gran partido de esta noche. La afición recibirá al equipo dos horas antes del comienzo del partido. Habrá espectáculo dentro y fuera el terreno de juego, se espera un estadio casi lleno, sin entradas a la venta desde el pasado martes y con un rival de enjundia enfrente. Un clásico del fútbol, al que la fecha del partido impide estar acompañado de un buen número de aficionados. La guinda perfecta para el pastel de una noche de fútbol de las de antes, de las de siempre. 

Huele a fútbol, se paladea en las inmediaciones de Balaídos, donde ya comienza a haber ambiente. En un par de horas comenzarán a llegar cada vez más aficionados, ataviados con el uniforme azul, con sus bufandas y sus esperanzas. Hace dos semanas, la afición acudió a Balaídos en busca del último milagro, de esa último clavo ardiendo al que agarrarse. Había que ganar para seguir con vida... o sencillamente morir. 

Hoy no han cambiado mucho las cosas. El Celta sigue con la soga al cuello, pero con más vida que hace quince días. La victoria sería un empujón fundamental en la lucha por la salvación. Más que ese último clavo ardiendo, sería el impulso necesario para seguir pensando que lo que hace quince días parecía imposible, hoy puede ser más posible que nunca. Todo está preparado para una gran noche de fútbol en Balaídos, en nuestro estadio, con nuestros jugadores, nuestro escudo y nuestra afición. Hoy es el día. Ya huele a esas grandes noches en Balaídos. ¿No lo notáis? 

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