Balón de oxígeno para el Celta. Llegó ese ansiado triunfo
que tanto tiempo se llevaba buscando. Lo hizo de manera afortunada, en un
partido para nada brillante y en el que lo único positivo es la consecución de
3 puntos vitales. Por lo demás, serios motivos para la preocupación. Es
evidente que la victoria tiene poderes curativos y que lo realmente importante
era conseguirla fuere como fuere y así recuperar la confianza perdida. Sin
embargo, no debe esconder los notorios problemas de un equipo que ha salvado el
envite presente, pero que no ha dado esperanzas para el futuro. El Celta ha
logrado ganar tiempo y acercar las distancias con sus rivales, pero no ha
despejado unas dudas que invitan a pensar en lo peor. Queda la esperanza de que
el buen marcador tenga un efecto revitalizante y recupere a un equipo que hoy
día es una sombra de lo que fue.
De inicio Abel
Resino apostó por dar continuidad al once de Paco Herrera. No hubo revolución.
Los 10 primeros minutos invitaban al optimismo con un Celta voluntarioso y
dinámico, pero que poco a poco se iría apagando. Encontró el gol poco después
tras un rechace que aprovechó magistralmente Aspas. La alegría no duró
prácticamente nada gracias a un nuevo error defensivo que propició el tanto de
Ighalo. Ahí se apagó el Celta.
Desde entonces y
hasta el postrero gol de Bermejo, los vigueses fueron un manojo de nervios en
manos de un Granada contento con el empate. La escasa ambición de los nazarís
mantuvo con vida a un equipo perdido, sin ideas y con una notoria falta de
confianza. Sólo así se explica la dificultad para dar pases de 3 metros, para
alejar el peligro del área o para ganar un balón dividido. A Abel Resino no se
le pueden pedir milagros en apenas una semana y es evidente que no ha tenido el
tiempo suficiente como para introducir sus ideas futbolísticas. No obstante, lo
que sí se puede exigir es un cambio en la actitud y mentalidad de unos jugadores
que por momentos volvieron a dar la sensación de estar superados por la
situación.
Esta vez, a
diferencia de lo ocurrido en la ida, el balón sonrió al Celta y le regaló una
victoria que no había merecido. Sin embargo, este no es el camino a seguir. El
equipo es un flan y hay muchos jugadores claves por debajo de su mejor nivel. Especialmente
preocupante es lo de Oubiña, Cabral o Krohn-Dehli, totalmente desdibujados
desde hace varias jornadas. Hay que recuperar la moral, devolver la fe al grupo
y corregir muchos errores que durante buena parte de la temporada no se
cometían. Con victorias como la de ayer será mucho más fácil hacerlo y esa es
la parte positiva. Confiemos en que este triunfo ayude a despegar a un equipo
que en términos clasificatorios está más cerca de la salvación, pero que en
cuanto a fútbol sigue estando igual de lejos que hace una semana.
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