Lo que esconden las victorias


XOÁN CARLOS GIL

Balón de oxígeno para el Celta. Llegó ese ansiado triunfo que tanto tiempo se llevaba buscando. Lo hizo de manera afortunada, en un partido para nada brillante y en el que lo único positivo es la consecución de 3 puntos vitales. Por lo demás, serios motivos para la preocupación. Es evidente que la victoria tiene poderes curativos y que lo realmente importante era conseguirla fuere como fuere y así recuperar la confianza perdida. Sin embargo, no debe esconder los notorios problemas de un equipo que ha salvado el envite presente, pero que no ha dado esperanzas para el futuro. El Celta ha logrado ganar tiempo y acercar las distancias con sus rivales, pero no ha despejado unas dudas que invitan a pensar en lo peor. Queda la esperanza de que el buen marcador tenga un efecto revitalizante y recupere a un equipo que hoy día es una sombra de lo que fue.
   
De inicio Abel Resino apostó por dar continuidad al once de Paco Herrera. No hubo revolución. Los 10 primeros minutos invitaban al optimismo con un Celta voluntarioso y dinámico, pero que poco a poco se iría apagando. Encontró el gol poco después tras un rechace que aprovechó magistralmente Aspas. La alegría no duró prácticamente nada gracias a un nuevo error defensivo que propició el tanto de Ighalo. Ahí se apagó el Celta.
   
Desde entonces y hasta el postrero gol de Bermejo, los vigueses fueron un manojo de nervios en manos de un Granada contento con el empate. La escasa ambición de los nazarís mantuvo con vida a un equipo perdido, sin ideas y con una notoria falta de confianza. Sólo así se explica la dificultad para dar pases de 3 metros, para alejar el peligro del área o para ganar un balón dividido. A Abel Resino no se le pueden pedir milagros en apenas una semana y es evidente que no ha tenido el tiempo suficiente como para introducir sus ideas futbolísticas. No obstante, lo que sí se puede exigir es un cambio en la actitud y mentalidad de unos jugadores que por momentos volvieron a dar la sensación de estar superados por la situación.
   
Esta vez, a diferencia de lo ocurrido en la ida, el balón sonrió al Celta y le regaló una victoria que no había merecido. Sin embargo, este no es el camino a seguir. El equipo es un flan y hay muchos jugadores claves por debajo de su mejor nivel. Especialmente preocupante es lo de Oubiña, Cabral o Krohn-Dehli, totalmente desdibujados desde hace varias jornadas. Hay que recuperar la moral, devolver la fe al grupo y corregir muchos errores que durante buena parte de la temporada no se cometían. Con victorias como la de ayer será mucho más fácil hacerlo y esa es la parte positiva. Confiemos en que este triunfo ayude a despegar a un equipo que en términos clasificatorios está más cerca de la salvación, pero que en cuanto a fútbol sigue estando igual de lejos que hace una semana.

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