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REAL CLUB CELTA |
Salva, Paco, Carlos, Abel, Santi, Miguel... nombres que por una razón u otra, no han parado de sonar cerca de la palabra Celta estos últimos días. Unos por méritos, otros por acciones, otros por razones políticas... pero más allá de las polémicas, no debemos olvidarnos que al fin y al cabo, no son más que nombres y letras.
Nombres, como el de Paco Herrera, un entrenador que ascendió (sí, ya es parte del pasado) al Celta ya han entrado en el gran libro histórico del Celta, para algunos con un tamaño mayor o menor, pero de bien seguro que será un entrenador que muchos recordarán. Entrenador que fue cesado no por otra cosa que por un doble dígito, que Mouriño consideraba insuficiente para el equipo. No por fobias, no por malos rollos o por sentimientos, simple y llanamente por números. Por la misma razón por la cual un trabajador es echado de una empresa al no producir un números suficiente bonito, por la misma razón por la que un joven no entra en una carrera por un número, y por la misma razón por la cual un anciano puede considerarse jubilado, por un número.
A muchos dolió, a otros alegró, pero no deja de ser bien cierto que las cosas siguen igual en el sentido más pragmático.
Paco Herrera no era más que un conjunto de letras unidas, que para muchos era una buena combinación, para otros una malísima mezcla; como el deporte y la política, como intentó hacer una persona que más que letras formando palabras, mandaba letras formando virotes al Celta, provinientes de una añeja y vetusta ballesta, sin muchas posibilidades de modificación y más ruidosa que efectiva, que atrajo la atención de varios militantes de las letras, tergiversadores de las palabras, que veían en ese objeto (no dejaba de ser eso para ellos), una buena arma para atacarnos para su regocijo, para su placer personal; para (vayamos a ser claros) que augmenten en número sus seguidores (poco aficionados a las letras de bien seguro) y ya de paso sus números salariales.
Al fin y al cabo, no se reduce en más que eso, en nombres que con el tiempo se irán empequeñeciendo, que serán tapados por otros y simplemente estarán en una enorme base de datos junto a muchísimos otros nombres. Los jugadores que saltan al campo no son más que eso también, simples letras, con números a sus espaldas, que juegan para aumentar sus números, fríamente es así.
Y ahora, con Abel Resino, se abre un nuevo capítulo en el libro celeste, con nuevas letras que escribir, con unos números que mejorar y con varias páginas en blanco. Y ese capítulo se cerrará, como nuestras vidas; pero nosotros elegimos. Podemos ser matemáticos y fijarnos únicamente en los números, en trabajar para unos números y unas letras, en pensar contínuamente en ellas, en criticar al Celta por tapar unos nombres por otros... o podemos seguir a lo nuestro, disfrutando de la vida, olvidando los números y las letras, porque en resumidas cuentas, el fútbol poco entiende de resultados, y por encima de todo, el Celta está por encima de cualquier número y aún más encima de cualquier nombre.
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