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| JORGE LANDÍN |
La grada estaba feliz a pesar de que su equipo cayese al precipicio. Tocaba levantarse. El celtismo sabe que la unión hace la fuerza y se ha propuesto no abandonar tan fácilmente a los hombres de Paco Herrera. Además, la llegada de Fabián Orellana reactivaba la ilusión. El chileno, clave en el ascenso, regresa a la ciudad olívica tras una mala primera vuelta defendiendo la camiseta del Granada.
Balaídos preparaba su paladar. Volvería a ver juntos a Iago Aspas y Fabián Orellana. La sociedad del moañés y el chileno entró rápido en escena. Sus botas fabricaron las ocasiones más claras del conjunto local. Un robo del Poeta acaba en una vaselina de Iago Aspas que a punto estuvo de batir a Guaita. La grada resonaba como antaño. El dúo letal, la mejor pareja de la pasada temporada en Segunda División, comenzaba a hacer de las suyas.
El protagonismo de ambos fue a menos en el segundo período. Orellana siempre buscó el emparejamiento con Barragán. El chileno fue una pesadilla para el exdeportivista, que se vio obligado a hacer una falta tras otra para neutralizar al talentoso "19" celeste. Por su parte, Iago Aspas acabó siendo sustituido. El moañés dejó su lugar a un Park que estaba demasiado solo en ataque. Getafe será la próxima parada. El Celta necesita del morracense y del internacional chileno para sumar una racha de resultados que le permita abandonar los puestos de descenso. Ellos son, sin duda, la gran esperanza de la grada.
Carlos I. Castrillón / Faro de Vigo
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