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Todo el mundo esperaba algún cambio (aseguró que no iba a hacer muchos), aunque el eufórico ánimo del equipo tras la victoria ante el Valladolid y el estímulo de la posible gesta pedían a gritos que el Celta sacase lo mejor que tiene, como hizo el Real Madrid, para pasar a cuartos de final. No fue así. Entonces, ¿podrías explicarnos ‘Paquiño’ para qué fuiste a por todas en la ida de Balaídos? Lo sucedido en Madrid merece hasta una disculpa, pero la rueda de prensa posterior hablaba de otro encuentro, una ‘visión túnel’ que puede ser un tanto preocupante.
Independiente de la apuesta por Sergio (pudo hacer más en los goles) bajo palos en lugar de Javi Varas, un seguro como guardameta, las ausencias iniciales de Aspas y Oubiña son innegociables. Sólo habría discusión si el resto de titulares se quedasen en el banquillo. Prescindió de dos pilares básicos en el desequilibrio ofensivo y el orden táctico. Sin el ’4’, faltó la brújula, mayor rapidez en la elaboración y una piedra sólida en el camino blanco hacia la portería blanca. Además, meter en su lugar a Vila supone una grave incoherencia. Fue centrocampista, pero ejerce como central desde hace años, le falta ritmo en la posición y su calidad ahí es limitada sin partidos. Lo del de Moaña tampoco tiene nombre. Es la estrella. El gol del Celta. Sin él, nada es lo mismo y por eso su salida transformó el panorama.
El tempranero gol de Cristiano facilitó todavía más las cosas para un Real Madrid que tocó a placer, sin presión de ningún tipo, por todo el campo y, además de ver cómo el ‘7’ blanco evidenciaba las carencias defensivas de su rival con el 2-0, apenas sufrió en la primera mitad. Ni un solo tiro a puerta por parte visitante. Park sigue desaparecido y los de Herrera no aprovecharon ni siquiera el nerviosismo local cuando los balones entraban en el área por arriba o por abajo. Las lesiones de Hugo Mallo y Túñez descolocaron al Celta al inicio de la segunda mitad. No obstante, la armonía regresó cuando Aspas entró en acción. Con él sobre el terreno de juego, los vigueses tuvieron tres grandes ocasiones desbaratadas por Casillas y encerraron al Real Madrid, rodeado por una afición sin alma. Con uno menos tras la expulsión del Ramos, el campeón liguero sufrió de lo lindo. Sin embargo, CR7 se lució tras otro error infantil de los nuestros. El cuarto ya daba igual.
Después de esperar una eternidad en las gradas, encerrados como ultras hasta que apagaron las luces, decenas de celtistas se marcharon del Bernabéu con un malestar clarísimo y justificado. Lo verdaderamente importante para el Celta es la Liga, pero aquí había una oportunidad para demostrar que somos mucho más de lo que se vio sobre el césped. Paco tiró la toalla. Nos engañó a todos.
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