El Celta se mide esta tarde al Rayo Vallecano (16:00, Canal + Liga / Gol T) con la necesidad de puntuar fuera de casa para alejar defintivamente cualquier fantasma en torno a su rendimiento como visitante. En las últimas horas se ha hablado mucho del rendimiento del equipo, del juego preciosista de los de Herrera y del poco rédito que ha obtenido el conjunto vigués al juego desplegado.
Podría suceder que, desde el seno de la plantilla, se valorase más el resultado que el juego. Que importe más el fondo que la forma. El Celta se caracterizó el año pasado por un juego combinativo que atraía al espectador y que, además, se acompañaba de buenos resultados. Tan buenos que el Celta acabó logrando el ascenso sin necesidad de pasar por la angustiosa promoción que tan mal terminó la temporada anterior.
Lo comentaba ayer Roberto Lago: "Jugar bien ya no vale. Hay que ganar, aunque sea jugando mal". En la misma línea han estado algunos de sus compañeros a lo largo de la semana, que ya van interiorizando una actitud más resultadista. Pero, ¿Realmente jugar mal garantiza ganar? Bajo mi punto de vista son cosas independientes. Si uno juega bien tiene más opciones de lograr victorias que si juega mal. Otra cosa es que haya partidos en los que las cosas no salgan y el equipo sea lo suficientemente efectivo como para que esto no se note en el resultado.
Lo que le falta a este Celta es efectividad en ataque, y jugando mal dificilmente serán más efectivos. Todo lo contrario seguramente. El Celta ha perdido partidos en los que ha sido mejor que su rival. No es que jugase más bonito que su rival, es que fue mejor. Un claro ejemplo es el partido de Granada, que debió haber terminado con una clara victoria celeste de no ser porque Toño hizo un partido para enmarcar. Por tanto, lo que tiene que mejorar el Celta es la efectividad, pero no debe renunciar jamás a su estilo de juego, del que tan orgullosos nos sentimos. Jugar bien tiene que seguir valiendo.
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