El día que el Celta dejó de ser de Primera División



Hace más de cinco años que el Celta no visita Anoeta en Primera División, y no guarda especialmente buen recuerdo de la última visita a tierras donostiarras. Entrenado por Hristo Stoichkov visitaba a la Real Sociedad de Lotina, que vivía una situación tan angustiosa como la del propio Celta, peleando por una permanencia que se veía muy complicada. Para el Celta era casi una final, una última oportunidad para engancharse a la salvación, el bote salvavidas que le podría llevar a tierra firme. El partido arrancó bien, gracias a un gol de Gustavo López desde el córner. Un gol olímpico para devolver la esperanza a la parroquia celeste, que se desplazó en buen número a Euskadi. 

Antes del descuento, Fernando Baiano, que el año anterior había certificado la clasificación europea del Celta con dos goles en Anoeta, pudo haber anotado el 0-2 e irse al descenso con un marcador que, dada la situación anímica del conjunto txuri-urdin, debería ser definitivo. No marcó esta vez y la Real tuvo 15 minutos de refresco para respirar. Y respiró, vaya si respiró. No se había jugado un minuto de la segunda parte cuando llegó el empate de Kovacevic, y a los cinco minutos de la reanudación Savio ponía el 2-1 y la remontada local. Mediada la segunda mitad fue López Rekarte quién dinamitó las esperanzas celestes aquel domingo. 

Hristo Stoichkov daba por hecho el descenso al final del partido, hablando de un paso atrás para dar luego un salto más grande hacia delante. El Celta aún no se rendiría, ganó los tres partidos que faltaban, pero esa derrota en Anoeta no le permitió depender de sí mismo, lo que terminó por resultar definitivo. Aquel fatídico día de mayo, el Celta dejó de ser equipo de Pirmera División. Mañana volverá para demostrar que está de vuelta, y esta vez no será tan fácil derrotarle. 

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