El Celta supera el miedo al fracaso


Foto: Óscar Vázquez

El barco celeste ha avistado tierra. Resta tan sólo una milla para abandonar el océano y alcanzar la playa de Primera. El penúltimo paso se dio ayer, en aguas de Tarragona, y con más sufrimiento del esperado. Uno de los peores Celta de los que se recuerda en lo que a fútbol se refiere a lo largo de la temporada sobrevivió a la ansiedad y el miedo al fracaso para terminar brindando una sufrida victoria a los más de 2.000 celtistas que viajaron hasta tierras catalanas y a la enorme multitud que se congregó en el parque de Castrelos. Un empate ante el Córdoba será suficiente, justamente el mismo botín que precisan los andaluces para cumplir su objetivo. La idea de un pacto ronda la cabeza de celestes y franjiverdes, pero haría bien el conjunto céltico en no fiarse y saltar el próximo fin de semana al césped de Balaídos con la determinación y confianza de ganar el duelo y poner rumbo a Praza América.
   
Precisamente eso, determinación y confianza, fue lo que le faltó ayer a un Celta muy pobre. La determinación de querer finiquitar el partido tras adelantarse a los tres minutos y la confianza para asegurar la victoria cuando el Nástic recortó distancias. Al equipo le faltó fútbol, pero a diferencia de días pasados, como frente al Xerez, también lo abandonó la personalidad. Sólo la incapacidad ofensiva de un Nástic que demostró por qué es ya equipo de 2ªB salvó a un conjunto vigués que tras dos chispazos en la primera parte parecía haber sentenciado el encuentro antes del descanso. El partido se complicó y el Celta desapareció, se asustó ante la posibilidad de ahogarse en la orilla, ya no parecía ese equipo valiente, sobrio y compacto que cuatro días antes había ganado en Balaídos. El Celta sufrió un inoportuno miedo al fracaso, pero logró sobrevivir a él.
   
Por suerte llegó el final y con él la noticia del empate entre Alcorcón y Valladolid. Nunca el sueño había estado tan cerca como ahora. Ni tan siquiera en Granada, cuando Michu envió aquel penalti al limbo. El Celta se encuentra a 90 apasionantes minutos de culminar una temporada espectacular. Superadas una gran cantidad de adversidades, multitud de obstáculos que ha ido esquivando de manera envidiable, ayer se encontró con una nueva prueba de fuego. Rozaba el botín con los dedos, pero la posibilidad de perderlo de vista tras el gol de Longás hizo que el miedo lo engullera. Fueron momentos de incertidumbre y pánico, pero finalmente pasaron sin mayores consecuencias. Ya no queda nada, el sueño está ahí, a un paso, esperando para que lo cumplamos. 

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