Minimizar las secuelas


Foto: Xabier Guimarey
Cuando se dice que un derbi es algo más que tres puntos es por algo. La carga emocional que transporta un partido de estas características acostumbra a tener una notable repercusión a cualquier nivel temporal. Las semanas previas, la atención se distrae y todo aquello ajeno al gran choque pierde relevancia. Durante el encuentro, los corazones se aceleran y la tensión se multiplica alcanzando un clímax de felicidad o tristeza según el resultado. Tras la finalización del encuentro, los días posteriores adquieren una importancia capital en el plano anímico, dejando un ambiente de euforia en el aire en caso de victoria y un clima de pesimismo en la derrota.
   
Al Celta le toca vivir por segunda vez esta temporada el lado oscuro del derbi. La derrota, especialmente si se produce de la manera que ha sucedido tanto en la ida como en la vuelta, es un duro palo que no sólo afecta a la afición, sino que también puede dejar tocado al equipo. En la primera vuelta, el Celta cayó consecutivamente ante Hércules y Barcelona B después de tropezar en Riazor, tocando fondo ante el filial blaugrana en un pésimo partido. Los célticos llegaron enrachados al derbi, situados en tercera posición y aventajando en tres puntos a su eterno enemigo. Un par de semanas más tarde, salían de puestos de play-off al no haber conseguido puntuar en ninguno de sus tres últimos compromisos. Una mala racha que tuvo su fin ante el Sabadell, en lo que sería el preludio del despegue de un Celta que no volvería a caer hasta 13 jornadas más tarde, encaramándose así a los puestos de ascenso directo.
   
Meses más tarde la historia se repite. El Deportivo se llevó los tres puntos de Balaídos, lo que provocó que los vigueses abandonasen la segunda plaza por primera vez en las últimas diez jornadas –aunque con un partido todavía por disputar-. Se enfrenta ahora el Celta a una dura prueba psicológica. Evitar que suceda lo de la primera vuelta y salir victorioso ante herculanos y culés supondría un refuerzo moral y clasificatorio brutal de cara al último tramo de competición. Los olívicos no pueden permitirse repetir errores pasados y volver a ceder puntos después del derbi. Es imprescindible borrar cualquier tipo de secuela y encarar en plenitud de condiciones los choques que restan. Suele decirse que un equipo grande puede perder una vez, pero nunca dos seguidas. Que así sea. 


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