Nada está hecho todavía


Foto: R.Gómez / El Norte de Castilla
No quiero ser aguafiestas y mucho menos pájaro de mal agüero. Sin duda alguna, los malos momentos vividos en el pasado reciente invitan, e incluso obligan, a disfrutar al máximo del gran momento actual del Celta hasta límites cercanos a la euforia desmesurada. Es lógico que los últimos resultados poco menos que conviertan nuestras ilusiones en realidad, haciéndolas prácticamente perceptibles. Ahora ya nos vemos casi en Primera, pensamos que muchísimo se tienen que torcer las cosas para no lograr el objetivo, afirmamos que si no es este año no lo será nunca en la vida. El pánico al tercer puesto ya parece quedar atrás y el alcanzar al Deportivo se considera ya la principal meta a partir de ahora. La confianza es ciega en un grupo que poco a poco se ha ganado la aprobación de todos y que camina imparable hacia la máxima categoría del fútbol español.
   
Sin embargo, y aunque parezca que no, todavía no hay nada hecho. Restan quince encuentros, o lo que es lo mismo, 45 puntos, tiempo de sobra para tirarlo todo por la borda. La experiencia del curso pasado debe invitar a la reflexión, a desconfiar de un deporte que acostumbra a premiar la humildad y el sacrificio pero que penaliza siempre la soberbia y el conformismo. Tropezar haciendo las cosas bien es posible, conseguir lo mismo actuando incorrectamente es seguro.
   
Por eso el Celta, tanto equipo como afición, no debemos caer en esa espiral. Una espiral de exigencia máxima en la que el único resultado posible es la victoria. De aquí al final se perderán partidos y es lógico que así sea. El que vaya el viernes a ver al Numancia, sea antiguo o nuevo inquilino de Balaídos, que no acuda al coliseo vigués preparado para presenciar una goleada de los locales al equipo rojillo. La mentalidad debe ser la de un partido trabado y difícil, el típico encuentro en el que la euforia termina por bajar varios escalones de golpe y en el que al final del mismo, sea cual sea el resultado, las dudas escondidas durante semanas comienzan a asomar la cabeza. Y es que disfrutar por sorpresa siempre es fácil y agradable; hacer lo contrario, no.
   
Hay que seguir remando y, por fin, parece que más manos se han sumado a la causa. De esos 45 puntos en juego, 24 se disputarán en Balaídos. Vencer los encuentros de casa de aquí en adelante se antoja fundamental para conseguir el objetivo. El Numancia será el primer escollo de muchos que todavía quedan, pese a que hayamos atravesado exitosamente uno de los tramos más complicados del campeonato. No va a ser fácil y todos tendremos que ayudar. Hagámoslo con humildad y cautela, aprendiendo del pasado y no viendo más allá del siguiente partido. Para pronosticar ascensos el día del derbi ya están otros.

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