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Foto: R.Gómez / El Norte de Castilla |
Sin embargo, y
aunque parezca que no, todavía no hay nada hecho. Restan quince encuentros, o lo
que es lo mismo, 45 puntos, tiempo de sobra para tirarlo todo por la borda. La
experiencia del curso pasado debe invitar a la reflexión, a desconfiar de un
deporte que acostumbra a premiar la humildad y el sacrificio pero que penaliza
siempre la soberbia y el conformismo. Tropezar haciendo las cosas bien es
posible, conseguir lo mismo actuando incorrectamente es seguro.
Por eso el Celta,
tanto equipo como afición, no debemos caer en esa espiral. Una espiral de
exigencia máxima en la que el único resultado posible es la victoria. De aquí
al final se perderán partidos y es lógico que así sea. El que vaya el viernes a
ver al Numancia, sea antiguo o nuevo inquilino de Balaídos, que no acuda al
coliseo vigués preparado para presenciar una goleada de los locales al equipo
rojillo. La mentalidad debe ser la de un partido trabado y difícil, el típico
encuentro en el que la euforia termina por bajar varios escalones de golpe y en
el que al final del mismo, sea cual sea el resultado, las dudas escondidas
durante semanas comienzan a asomar la cabeza. Y es que disfrutar por sorpresa
siempre es fácil y agradable; hacer lo contrario, no.
Hay que seguir
remando y, por fin, parece que más manos se han sumado a la causa. De esos 45
puntos en juego, 24 se disputarán en Balaídos. Vencer los encuentros de casa de
aquí en adelante se antoja fundamental para conseguir el objetivo. El Numancia
será el primer escollo de muchos que todavía quedan, pese a que hayamos
atravesado exitosamente uno de los tramos más complicados del campeonato. No va
a ser fácil y todos tendremos que ayudar. Hagámoslo con humildad y cautela,
aprendiendo del pasado y no viendo más allá del siguiente partido. Para pronosticar
ascensos el día del derbi ya están otros.
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