La vida sigue igual


Foto: LOF
La derrota sufrida el pasado sábado en Las Palmas rebajó un tanto la euforia del celtismo. Los tropiezos, aunque entren en los planes, nunca son bien recibidos, y menos si estos se producen bajo el prisma de malos arbitrajes o de la mala fortuna. Sin embargo, el posterior empate entre Valladolid y Almería deja al Celta con una renta de seis puntos de ventaja y un margen de error de dos partidos.

El colchón sigue mullidito y queda una jornada menos. No todo está tan mal al fin y al cabo. Por delante quedan trece finales, trece jornadas ilusionantes en las que el ascenso se irá dirimiendo minuto a minuto, partido a partido. Este sábado tenemos la primera prueba de fuego en la visita al siempre complicado campo de El Alcoraz, ante un Huesca que se ha hecho fuerte en sus últimos cuatro partidos como local sin conocer la derrota ante rivales de su liga particular.

El Celta visitará un estadio donde nunca ha hincado la rodilla en sus cuatro visitas, y con la sensación de que esta jornada puede ser propicia si logra algo positivo y sus rivales fallan. Y no es una posibilidad descartable, ya que el Valladolid rinde visita a un Numancia que encadena seis triunfos como local, y su última derrota en Los Pajaritos data del mes de octubre, cuando el Celta le derrotó 0-2. Por su parte, el Almería visita el Estadio de Gran Canaria, donde cayeron los de Paco Herrera el pasado sábado ante un Las Palmas en estado de gracia, y se espera que el Deportivo eche una mano a su vecino derrotando al Córdoba. Más fácil lo tiene sobre el papel un Hércules, envalentonado tras su última goleada y que recibirá al colista en Alicante.

Por tanto, el celtismo sigue teniendo razones para el optimismo. La psicosis por lo sucedido el año pasado debe dejar paso a la ilusión de una preciosa batalla en la que el Celta tiene una ventaja suficiente para darse un respiro. Se lo han ganado los de Herrera tras trece partidos sin conocer la derrota y después de encadenar siete triunfos consecutivos. Paciencia.

Marcos López / La Voz de Galicia

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