![]() |
Foto: Elche C.F. |
En el trabajo de campo tomaron parte 16 colegiados de la delegación viguesa de fútbol, once hombres de Tercera y Preferente y cinco mujeres de Primera y Segunda autonómica. Todos ellos portaron durante las 24 horas de un día de partido y en una jornada de descanso, un cardiotacómetro Polar RS800 (similar al Holter) en donde se iban «registrando los picos R del electrocardiograma y analizando matemáticamente esas variaciones para adivinar el comportamiento del sistema nervioso. Y entre el día control y el día de partido se observaron diferencias de un 15 % a un 75 % en los parámetros estudiados», comenta el autor del estudio.
Los resultados fueron reveladores. Arbitrar un partido produce estrés a lo largo de toda la jornada. En las horas previas al encuentro, en donde no hay esfuerzo físico, se registraron alteraciones de claro perfil psicológico, mientras que después del encuentro, durante las cinco horas siguientes, las alteraciones tenían relación directa con el esfuerzo físico realizado en el campo. «Las alteraciones del sistema nervioso de noche eran evidentes y curiosamente la magnitud de las diferencias que había con respecto a un día normal eran similares a las que experimentan atletas de élite tras esfuerzos máximos».
¿Y durante todo el encuentro? La frecuencia cardíaca marcó unos picos máximos del 75 % durante los noventa minutos, una intensidad muy elevada para la duración de un partido. En este sentido el autor del estudio precisa que «en cuanto a menor tolerancia [al estrés], la toma de decisiones puede recibir una influencia negativa».
Para los colegiados fue toda una experiencia hacerse acompañar del cardiotacómetro. «Cuanto empiezas a pitar ni te enterabas que lo llevabas, pero luego en las gráficas se venían los picos de estrés», comenta Pedro Rey, de Tercera División.
Una exposición continuada a este tipo de estrés, podría derivar en complicaciones cardiovasculares para los colegiados generada por la depresión del sistema nervioso -disminución de su capacidad para responder a los diferentes estímulos-, un riesgo que se puede combatir con un trabajo aeróbico específico al margen de su preparación física. Curiosamente, el estudio también desvela, que este estrés nada tiene que ver con la condición física «sino con el estado del sistema nervioso».
La investigación cuenta con el aval de las universidades de A Coruña, Católica de Brasilia y James Cook de Australia y acaba de ser publicada por la revista European Journal of Applied Physiology.
Xosé Ramón Castro / La Voz de Galicia
0 comments:
Publicar un comentario