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| Foto: Óscar Vázquez |
Otro de los protagonistas de este año ha sido Roberto Trashorras. El de Rábade salió por la puerta de atrás después de tres años en el Celta, en los que había alternado sombras y luces. Condenado al banquillo por casi todos sus entrenadores, que acabaron claudicando y poniéndolo de titularidad habidad cuenta de la calidad que atesora el futbolista lucense.
No fue el año pasado muy distinto para Trashorras en ese sentido. El "10" comenzó la temporada de titular, pero a poco que las cosas se torcieron un poco, le tocó chupar banquillo, aunque finalmente regresó jugando los dos partidos más importantes ante el Granada, aunque uno de ellos desde el banquillo. Aún así, Trashorras pudo ser clave con dos balones al palo que podrían haber cambiado drásticamente el resultado de aquella eliminatoria.
Pero si el protagonismo de Trashorras fue importante a lo largo de la temporada, por aquello de sus seguidores y sus detractores, aún más lo fue en el mes de agosto cuando se supo que el Celta decidía prescindir de él. No se hablaba de un traspaso, sino de dejarlo salir gratis con tal de que alguien se hiciese cargo de su ficha, de su carácter y de su talento. Ese alguien fue el Rayo Vallecano, mientras el celtismo asistía atónito a uno de los episodios más extraños de los últimos años. Bueno, no todos, porque había ciertos sectores que entendían perfectamente la situación. Y hasta lo justificaban. Y es que hasta en su salida, el bueno de Trashorras fue capaz de generar división. Genio y figura, sin duda.
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