Mucho frío y tres puntos


Foto: Xoan Carlos Gil 
Aunque suene contradictorio debido a las frías temperaturas que registró la noche de ayer el estadio de Balaídos, el Celta jugó con fuego en su compromiso frente al Nástic. En un partido malo en líneas generales, los celestes sufrieron de lo lindo ante un rival al que lastró su alarmante falta de gol. De ser otro el adversario probablemente hubiesen volado los puntos, pero la indolencia ofensiva de los tarraconenses permitió a los célticos que su ley del mínimo esfuerzo diese resultado. Al final, mucho frío y tres nuevos puntos para dormir en ascenso directo a la espera de lo que hagan el resto de rivales.
   
Y es que el de ayer fue un choque que demostró la importancia de la pareja Álex-Oubiña en este equipo. En un vulgar partido de ambos, el Celta sufrió no sólo para crear juego, sino para contener las ofensivas de un Nástic que en más de una ocasión superó la inocente línea de presión de los pivotes gallegos y encaró con facilidad al cuarteto defensivo. Sólo las carencias en ataque de los visitantes y la buena actuación de Oier y Túñez, especialmente del primero, evitaron males mayores.
   
En ataque, el juego brilló por su ausencia. Con un Bermejo desaparecido, un David errático y un De Lucas voluntarioso pero fallón, sólo Orellana dio cierta sensación de peligro. Bien es cierto que al chileno acostumbra a sobrarle un toque, pero es indudable que es el futbolista más desequilibrante del plantel y capaz de desatascar un partido él sólo.
   
La cosa mejoró en cierto modo en la segunda mitad, con la entrada de Joan Tomás y con un doble pivote más entonado. No obstante, el juego seguía sin ser fluido, y sólo una sorprendente incorporación de Lago desde atrás para rematar un sutil centro de De Lucas sirvió para abrir el candado de la portería catalana. A partir de ahí, el Celta tuvo el partido para matarlo, pero decidió jugar al 50%. Se dedicó a contemporizar y a aprovecharse de la falta de pegada de un Nástic que, ni en dos disparos francos desde dentro del área, fue capaz de batir a Yoel.
   
Maniobra arriesgada de un gélido Celta que, no obstante, logró una nueva victoria para seguir creciendo, al tiempo que volvió a dejar la puerta a cero. Sin embargo, la pauta a seguir no es la de este viernes. Quizás a medio gas, los celestes sean capaces de derrotar a un Nástic desquiciado y sin suerte; pero probablemente eso no valga para encuentros más exigentes como el que les espera el próximo domingo en Córdoba. Esperemos ver ahí la versión buena de un Celta que hoy no ofreció más que frío y tres puntos.

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