El Guti celeste


Foto: Ricardo Grobas
Era algo que se hacía evidente en el último mes pero que Paco Herrera no confirmó hasta la pasada semana: el Celta tiene un once tipo. A día de hoy, salvo el eterno debate sobre el delantero centro que David ha vuelto a reabrir con sus goles, puede decirse que el equipo vigués cuenta con una alineación titular definida e inamovible a corto plazo. Es aquella que ya prácticamente todos los celtistas son capaces de recitar de carrerilla y que está compuesta por: Yoel en portería; línea de cuatro con Hugo Mallo, Oier, Túñez y Roberto Lago; doble pivote para Borja Oubiña y Álex López; por la derecha De Lucas, por la izquierda Orellana, Bermejo como enganche y Aspas ó David en punta.
   
Un once que, al margen de la referencia ofensiva, ha tenido su particular baile de futbolistas en el extremo izquierdo. Sin duda, esa ha sido la demarcación a la que más ha costado encontrar un dueño fijo. Por ahí han pasado Orellana, Joan Tomás, David Rodríguez e incluso Toni. Todos ellos con diferente resultado. El experimento con David no funcionó, mientras que, por otra parte, Herrera ha mostrado cierta preferencia a situar a Toni en banda derecha convirtiéndolo en el sustituto natural de  Quique De Lucas.  Orellana y Joan Tomás eran, jornada tras jornada, los principales candidatos, pero en las últimas semanas ha sido el chileno el que se ha hecho con un hueco del que, de momento, se antoja complicado que se le desplace.

Volvemos entonces a una situación conocida, la de un Joan Tomás en el banquillo. Encasillado en la etiqueta de revulsivo, el gerundense manifestaba en los últimos días su descontento con ese calificativo y su deseo de contar con más minutos. La verdad es que parece complicado y todo indica a que el catalán se verá abocado, de aquí a final de temporada, a una situación muy similar a la que experimentó el curso pasado: la de futbolista de 20 minutos con capacidad para revolucionar partidos.  ¿Y quién es el causante de esto? Tanto Paco Herrera como el propio Joan Tomás tienen parte de culpa en este asunto.
   
En primer lugar el técnico. Salvo contadas ocasiones, Herrera nunca ha apostado por situar al jugador en su demarcación ideal, la de mediapunta. A la mente viene un partido ante el Villarreal B la campaña pasada, y otros tres o cuatro en esta, de los cuales al menos dos-Valladolid y Nástic- disputó saliendo desde el banquillo. Es sin duda la posición en la que, por sus características, más cómodo se sentiría, pero nunca ha terminado de encontrarle sitio. El año pasado, el esquema y la presencia de Trashorras lo hacían entendible. Sin embargo, en esta, y siendo el único futbolista del plantel de ese corte, ha apostado por situar a Mario Bermejo, un delantero centro que, por otra parte, está ofreciendo un rendimiento magnífico. Por el contrario, a Joan Tomás ha preferido situarlo en banda donde, si bien ha hecho buenos partidos, parte de sus cualidades se pierden.
   
Y por otro lado, tampoco se puede decir que Joan Tomás haya dado motivos a Herrera para que confíe en él con asiduidad. Sea en la posición que fuese, incluso pegado a la banda, ha tenido buenos minutos saliendo desde el banquillo que, sin embargo, no ha sabido repetir a la semana siguiente jugando como titular. Una irregularidad esta que le ha perjudicado y le ha privado de minutos, encasillándolo en una figura semejante a la que tuvo en su día Guti en el Real Madrid (salvando las distancias). Futbolistas ambos con talento e inventiva, brillantes por periodos cortos de tiempo y oscuros bajo el prisma de la regularidad. Jugadores que, a fin de cuentas, no terminan de explotar y demostrar lo que por calidad se les presupone.

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