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Foto: EFE |
En aquel europeo, la selección de Luis Aragonés conquistó un título que se nos resistía desde tiempos inmemoriales y acabó con todos los complejos que apresaban al fútbol español, y todo ello practicando un fútbol irrepetible, al que ni siquiera la selección de Del Bosque, que dos años después se coronaría campeona del Mundo, ha conseguido aproximarse.
Por encima de la gran actuación del combinado en general, casi todos destacaríamos a dos hombres cuyas carreras sufrieron un vuelco desde dicha fecha. Por un lado, Xavi se mostró como el gran líder de la selección, el hombre que hacía jugar a España. Por primera vez le dieron galones y los supo aprovechar, llegando a ser nombrado mejor jugador de la competición.
Desde entonces Xavi dejó de ser el criticado y siempre discutido mediocentro del Barça y la selección para convertirse en el centro de todos los halagos de la prensa, que, después de tanto haberlo criticado, paradójicamente, llegan a denominarlo como el mejor jugador español de todos los tiempos. Por otro lado, debemos destacar a Fernando Torres, que tras un gran primer año en el Liverpool, se encargó de firmar el gol que nos daba la Eurocopa. Después de la Eurocopa su carrera también dió un giro radical, tras otro muy buen año en Liverpool, se lesionó y, hasta hoy, no ha sido capaz de recuperar su mejor nivel. Torres pasó de ser el niño mimado de la prensa española a ser constantemente criticado. Resulta sorprendente la falta de memoria de los medios españoles en ambos casos.
Pero pensar en la Eurocopa de 2008 me hace recordar a otro jugador. Todo lo que pudo ser, todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que, espero, aún puede llegar a ser. Ese jugador es Borja Oubiña. Un hombre que un año antes ya había debutado con el combinado nacional y en el que Aragonés pensaba para estar en aquella Eurocopa. Pero una inoportuna lesión en su segundo partido en Inglaterra acabó con aquel sueño. A estas alturas, Borja podría ser campeón de Europa y del Mundo, pero el destino no lo quiso así. Quizás ya sea hora de que el destino comience a devolver a Borja lo que le debe, y, para empezar, un segundo ascenso no estaría mal.
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