![]() |
Foto: Farodevigo.es |
No voy a ser hipócrita, no he sido tu mayor defensor en los últimos meses. Tal vez porque esperé demasiado de tí en su momento, tal vez que no fui justo. No lo sé. He de reconocer que en estos últimos meses no te veía con los mismos ojos que hace cinco años. Recuerdo cuando un buen amigo mío, tocayo tuyo, me habló de tí siendo aún juvenil. Me habló tan bien de tí, que temía que al verte jugar no lograrás alcanzar las expectativas que me había creado.
Por eso, cuando ví que todo aquello era cierto, que no estaba exagerando, sentí una ilusión especial. La de quién ve en ese chico que corretea por la banda de Barreiro el futuro del Celta. Un futuro mejor. Sabía, tenía la plena certeza de que esa banda derecha de Balaídos sería tuya, que ningún otro jugador osaría discutirte el privilegio de ser recordado durante años. Llegué a pensar en pleno extasis que, aún incluso después de retirarte, seguirías corriendo la banda derecha.
Como lo hacías en Barreiro. Como lo hiciste aquel día contra el Villa de Santa Brígida - discúlpame si me confundo de equipo canario, todos me parecen iguales - cuando cogiste el balón en el centro del campo y me transformé en Víctor Hugo Morales narrando el gol de Maradona: Abalo en una carrera memorable, la jugada de todos los tiempos. ¿De qué planeta viniste para dejar a tanto canario por el camino?. Está claro que la épica no suena igual en Barreiro que en el Estadio Azteca pero era la prueba de qué estabas más que preparado para dar el salto al primer equipo.
Que cuando debutaste en Mallorca tal vez solo fue un premio, que cuando Stoichkov te dio la alternativa en el primer equipo estabas preparado, que tuvo que ser un golpe duro cuando te mandó de vuelta a Barreiro, pero al final todo llega, por su camino, sin prisa, pero sin pausa. Llegaste a ser jugador del primer equipo de pleno derecho y no decepcionaste en la primera temporada, incluso tuviste tu importancia en el equipo.
Pero de repente, algo cambió. No se si fuiste tú o fui yo, pero ya no te veía con los mismos ojos. Algo se había roto, se había enturbiado. Dejé de justificar tus errores, empecé a no ver tus aciertos. Y creo que no era el único. Es evidente que, visto desde la perspectiva del tiempo, no has alcanzado lo que yo esperaba de tí. Pero esto no ha acabado y la vida te da una nueva oportunidad.
Insisto, no seré hipócrita. No te he echado de menos todo este tiempo. O sí, tal vez eché de menos al Abalo que creí que llegaría a ser, pero tengo que admitir que me dolerá verte sin la cruz de Santiago en el pecho. Será poco tiempo, sin duda. Sé que volverás, y lo harás con más fuerza, serás un mejor futbolista, habrás madurado, habrás conocido a otros futbolistas, te habrás entrenado con ellos, un nuevo entrenador del que aprender. Será una experiencia única y un reto apasionante aunque peligroso, el de salvar a un equipo en dificultades. Todo eso te hará mejor jugador, te reforzará psicológicamente. Y tal vez, solo tal vez, empieces a ver las cosas diferentes y te ayude a crecer.
Toma la oportunidad y aprovechala. Aprieta los dientes, no te rindas, no te hundas. No dejes que un mal regate te lastre. Vuelve a intentarlo y simplemente sé tu mismo. Cámbianos la opinión a todos los que hemos dudado de tí, refuerza a los que siempre creyeron en tí, y sobre todo, sigue pensando lo mismo que pensabas hace tres años.
0 comments:
Publicar un comentario