Reconociendo a López Garai


Foto: Marta G. Brea
Sinceramente, nunca pensé que llegase a escribir unas palabras como las que ahora tecleo en la pantalla de mi ordenador. Lo cierto es que jamás imagine que si a alguien iba a echar en falta en este Celta iba a ser a él. Pero de entre todos los que se han marchado: Michu, Falcón, Trashorras o Murillo, la baja que más se está notando en el equipo es la de López Garai.

Y el porqué es muy sencillo. Es evidente que el vasco no era un futbolista hábil con la pelota en los pies. No destacaba precisamente por su calidad técnica y era todo menos un jugador capaz de llevar la manija del equipo en ataque. Erraba multitud de veces en el pase y sus disparos solían acabar en las calles contiguas al estadio de Balaídos. No obstante, también era un tipo implicado, sacrificado en defensa, que en muchas ocasiones se multiplicaba para cerrar huecos y corregir la posición de sus compañeros. Jamás perdía el sitio y ofrecía una regularidad, generalmente en un nivel aceptable (nunca sobresaliente), que otros no conseguían aportar. Como bien dijo Marcos López en una tertulia de El Fútbol es Celeste: “el problema de López Garai es que sus defectos son muy visibles y sus virtudes demasiado oscuras”.

Muchos pensarán que estoy loco: “¿cómo puede decir este tío que se echa de menos a López Garai después de lo bien que está rindiendo la pareja Oubiña-Álex López?” Es obvio que, ofensivamente, no existe color entre los dos gallegos y el de Barakaldo. Es más, el rendimiento de este doble pivote, además del de Natxo Insa y Cristián Bustos, está siendo notable en este principio de campaña. Álex López sigue creciendo cada día, asentándose como el pilar de este Celta. Mientras, Oubiña, del que pocos esperábamos una recuperación tan veloz, cada vez se parece más al gran jugador que fue. Entonces, ¿por qué?

Pues las razones tienen que ver con el entramado defensivo. Es un hecho contrastado que el Celta no destaca por el gran nivel de su retaguardia. Si nos detenemos a analizar un poco la situación, observaremos que, además del eterno problema del balón parado, muchos de los goles que reciben los vigueses provienen de jugadas por banda que terminan con un remate del delantero rival tras centro del extremo. Sin ir más lejos, el primer gol del pasado domingo en Riazor sigue este guión: balón a banda, centro no interceptado y remate a gol del adversario. Unas jugadas que, con López Garai en el campo, no abundaban en demasía.

Y es que es curioso que los principales señalados de la zaga viguesa sean los dos laterales, los cuales han sufrido un bajón inexplicable en su rendimiento. El curso pasado, la labor de López Garai protegía muchísimo la posición de Mallo y Lago, a quienes no sólo ayudaba en tareas defensivas, sino que les permitía incorporarse con tranquilidad al ataque, conscientes de que siempre iban a tener un guardaespaldas pendiente de su sitio. Este año, ante la ausencia de un hombre específico que realice esa labor, se están apreciando las carencias en defensa de ambos, al tiempo que tampoco están brillando en ataque. Si volvemos, por ejemplo, al duelo de Riazor, estoy convencido de que con López Garai en el campo, ni Saúl ni sobre todo Salomao, hubieran vuelto locos a Lago y Oier respectivamente.

El Celta tiene un problema en este aspecto y debe solucionarlo. Con esto no estoy pidiendo el fichaje del vasco para el mercado de invierno, pero sí rompiendo una lanza en favor de un jugador que fue poco valorado en Vigo y por el que poco menos que se celebró su marcha. Si tanto Álex, como sobre todo Oubiña, consiguen multiplicarse para realizar esas coberturas defensivas, es evidente que López Garai, quien en su mejor nivel ofrece bastante menos que los dos pivotes actuales del Celta, caerá irremediablemente en el olvido. Si no, pues espero que algún día consigamos reconocer la oscura pero importante labor que realizaba el futbolista de Barakaldo.

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