Yoel no vive el mejor momento de su carrera deportiva, y eso que hasta el momento ha sido corta. Los malos resultados han marcado su trayectoria desde que se hiciese con la titularidad por la lesión de Falcón. Tras la ausencia del gaditano, el equipo no conseguía vencer en Balaídos, y no lo logró hasta la última jornada de Liga ante el Cartagena... con Sergio en la portería.
Bien es cierto que los problemas del Celta en Balaídos no tienen nada que ver con Yoel, ya que se están convirtiendo en una marca de la casa, un sino del que no logramos separarnos desde hace cinco años. Otra cosa es lo que para Yoel supone este dato... y parece que no le está sentando nada bien. La autoestima, la confianza en uno mismo y la fé, son valores tan importantes en el fútbol como lo puede ser ese don innato con el que nacen los jugadores llamadas a marcar una época en el balompié.
De poco valen todas las virtudes futbolísticas posibles, si falla algo tan importante como es la confianza en uno mismo, y hace tiempo que Yoel ha perdido la fé en sí mismo. Malo, peligroso, pero a la vez reparable. Y también lógico cuando las cosas no salen bien. Yoel tuvo la mala suerte de llegar al equipo cuando este se desangraba la pasada temporada, justo en el momento en el que a Herrera se le cruzaron los cables y empezó a hacer extraños cambios de sistemas y hombres que agrietaron aún más al equipo.
Ayer salió de Balaídos abatido, y aunque trato de hacerse el fuerte en sala de prensa, la procesión va por dentro. Yoel necesita confianza en sí mismo, pero también la confianza de los que están a su alrededor, aficionados incluídos. Pedir paciencia al respetable es complicado, tal y como están las cosas, pero necesitamos al mejor Yoel, necesitamos a ese jugador descarado que siendo suplente salía a jugar como si fuese un veterano. ¿Qué ha pasado? ¿En qué se ha convertido Yoel cuando ha tenido responsabilidad? El gran portero que demostró ser ante el Villarreal o el Atlético en Copa tiene que seguir estando ahí, y está, solo necesita creérselo y dejar de pensar en la responsabilidad que tiene. Un equilibrista sería incapaz de cruzar el cable si se para a pensar lo que está haciendo.
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