La cruda realidad




El Celta ha iniciado esta campaña 2011/2012 con dos desplazamientos. Primero en Murcia y después en Huelva, el equipo comandado por Paco Herrera cosechó dos importantes victorias que le permiten comenzar la competición liguera en los puestos más elevados de la tabla. Dos visitas que ofrecieron, a partes iguales, los defectos y virtudes de un conjunto que debe ser serio aspirante al ascenso de categoría.

A la debilidad defensiva, principalmente en el centro de la zaga, hay que contraponer la enorme eficacia de la parcela ofensiva del equipo; los atacantes celestes han mostrado una enorme pegada y una notable capacidad para desarrollar un fútbol directo y vertical, fruto de la velocidad de sus hombres más adelantados. El Celta ha vivido cómodo en ese papel de equipo contragolpeador que cede gran parte de la posesión al contrario, con la intención de recuperar y salir disparados en dirección al arco rival. Su condición de visitante le ha permitido ocupar ese papel secundario, de escuadra que otorga el peso del partido al oponente, consciente de que tarde o temprano llegará la oportunidad de matar al rival con una contra veloz.

No obstante, el encuentro de ayer frente a Las Palmas certificó lo que muchos pensábamos. No todo va a ser tan sencillo, no todos los rivales van a jugar a lo que el Celta desee. Sobre todo en Balaídos. En el día de ayer, el conjunto insular desarrolló un estilo de juego al que ya nos podemos ir acostumbrando aquellos que somos asiduos al feudo vigués. Pertrechados atrás, los canarios no corrieron riesgo alguno, aguardando que un error del conjunto local les permitiese conseguir la victoria. Con una propuesta rácana, basada en proteger la portería y aprovechar aquellas migajas que el fútbol siempre ofrece a los más mezquinos, los de Juan Manuel Rodríguez consiguieron prolongar el partido hasta la prórroga. Finalmente, la lógica se impuso al fútbol y el Celta consiguió derribar el muro amarillo para hacerse con la victoria con dos goles de Joan Tomás y Iago Aspas.

Ahora se plantea un problema para Paco Herrera. El técnico catalán debe conseguir que el equipo se adapte a esta serie de partidos. Conservando sus virtudes, el conjunto vigués tendrá que demostrar cualidades camaleónicas para poder modificar su versión en cuanto el duelo y el rival así lo exijan. Para encuentros como el de ayer, ya no valen las transiciones rápidas, las jugadas de pocos toques, el fútbol vertical. Es momento de ofrecer más pausa al juego, más paciencia y un fútbol más elaborado.

Es cierto que los jugadores celestes se adaptan más a la primera versión, a la de un fútbol más directo. Jugadores como De Lucas, David, Abalo u Orellana presentan unas cualidades que se ajustan más a un juego vertical y de contraataque. No obstante, Paco Herrera cuenta con futbolistas capaces de llevar el peso del partido si la situación lo requiere: Natxo Insa, Oubiña y, sobre todo, Álex López deberán adquirir, ante la ausencia de Trashorras, mayor protagonismo en este tipo de encuentros, pues de sus botas y su cabeza tiene que surgir el fútbol vigués. Además, a los inicialmente mencionados, también se pueden unir los Iago Aspas, Mario Bermejo, Toni y compañía.

Si bien ayer no se realizó un mal partido, le conviene al Celta mejorar en este aspecto para el futuro. Un futuro que el domingo se convertirá en presente con la visita del Elche. Es más que probable, por no decir seguro, que el conjunto ilicitano presente una propuesta futbolística muy similar, aunque menos conservadora, a la del equipo canario. Entonces al Celta ya no le valdrá es fútbol contragolpeador que tan bien se le da. Deberá ofrecer algo más, pues suelen ser las escuadras que mejor saben adaptarse a las distintas situaciones que plantea el juego las que logran finalmente el éxito. Así pues, el Celta necesita un plan B si quiere lograr el ascenso, pues muchos de los equipos que visiten Balaídos optaran por aplicar la táctica que ayer utilizó Las Palmas. Si no, terminará estrellándose irremediablemente contra la cruda realidad.

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