Herrera y sus cambios de sistema


Si algo ha demostrado Paco Herrera desde que está en Vigo es que es un entrenador de ideas fijas. Esto no quiere decir que no sea capaz de rectificar algunas de sus decisiones. Sencillamente, le cuesta más que a la mayoría. Esto explica algunos de sus comportamientos: Su tardanza a la hora de hacer cambios en los partidos en los que el Celta se atasca, su empecinamiento en mantener determinados jugadores en el once inicial aunque estos no atraviesen su mejor estado de forma o su rigidez táctica en momentos puntuales. La pasada campaña, cuando el conjunto vigués entró en barrena, el técnico aguantó el chaparrón sin hacer cambios. Fue el choque ante el Girona en Balaídos, 0-4, el que hizo reaccionar al entrenador celeste. A partir de ese día, defensa de cinco, Álex López desapareció del once, y otros como Trashorras o David Rodríguez dejaron de ser figuras clave. Y lo vivido ayer en el Celta - Valladolid parece indicar el técnico catalán tiene muchas dudas sobre el equipo, aunque hay cosas que sigan siendo inamovibles. Me explico.

Con cosas inamovibles me refiero a la fe que Paco Herrera deposita en determinados jugadores. No se entiende, por ejemplo, que Bellvís no haya tenido opciones a pesar del mal estado de forma de Hugo Mallo y Roberto Lago. Pero destaca especialmente la confianza ciega en Bustos y el contraste con la que deposita en Oubiña. La única explicación lógica para lo que está pasando con el futbolista vigués es que, por alguna razón, no le gusta al técnico. El año pasado no tuvo oportunidades a pesar del mal final de campaña de López Garai. Y esta temporada, con Bustos, más de lo mismo. El alicantino no está bien, pero aún así el entrenador celeste se empeña una y otra vez en darle galones. Ayer cedió en su empeño y metió a Borja de inicio. En el minuto 62, sin ningún síntoma de cansancio evidente o posibilidad de expulsión, quitó a Oubiña del campo para meter a Bustos. Con 0-0 en el marcador quitó a un pivote defensivo, que no estaba realizando un partido tan malo como para justificar ese cambio, para meter a otro con peor salida de balón. Es decir, Herrera sabía que el caso del alicantino era indefendible, así que cedió y metió al canterano vigués. Pero en cuanto se le presentó la oportunidad, realizó el cambio.

Tampoco le acaba de convencer el sistema al técnico catalán. Su idea era jugar esta temporada como jugó en Murcia. Es decir, con Mario Bermejo como referencia arriba, David cayendo algo más a banda y De Lucas con libertad. Tres centrocampistas, con un doble pivote formado por Insa y Bustos y con Álex López un poco adelantado para conectar con los de arriba. Tras la lesión del 9 del Celta, el míster no supo reaccionar y probó metiendo a Iago Aspas. Llegó el Valladolid, y se produjo un nuevo cambio de sistema. De vuelta al posicionamiento de la pasada campaña con Orellana haciendo de Trashorras. Como tampoco dio resultado, llegó la enésima vuelta de tuerca. 4-2-3-1 con Joan Tomas de mediapunta, aunque Álex López estaba casi a su altura, y Orellana y De Lucas pegados a las bandas. Casi un 4-1-4-1, que provocó una sucesión de ocasiones y, me atrevería a decir, los mejores momentos del Celta en el plano ofensivo en lo que va de temporada. Por las declaraciones del técnico después del partido, da la sensación de que Herrera ha encontrado un sistema que mantener. Pero en el supuesto caso de que así sea, se le presentan nuevas dudas al entrenador del Celta.

¿Quién jugará de mediapunta? ¿Joan Tomás, Iago Aspas o incluso Álex López? ¿El ferrolano pasará al doble pivote, o volverá a desaparecer del once? Cuando vuelva Mario Bermejo, ¿se volverá al sistema de Murcia o el 9 se irá al banquillo? Si el ariete se confirma como titular, ¿quién será el que chupe banquillo? Demasiadas dudas para un conjunto que ya debería tenerlas resueltas. La temporada es larga, si, pero los rivales son muy peligrosos. Valladolid, Deportivo, Hércules, Almería, Elche... Son muchos equipos para ascender, y no podemos seguir dejándonos puntos por el camino. El comienzo no está siendo el mejor, pero no hay que perder la esperanza. El equipo tiene mimbres para acabar arriba, pero estos no acaban de encajar.

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