Cuestión de espacios y movimientos


Johan Cruyff, en su etapa como entrenador del FC Barcelona, dijo lo siguiente: “Todo el mundo sabe jugar al fútbol si se le dejan cinco metros de espacio”. Podremos discrepar más o menos con dicha afirmación, pero ha de reconocerse que el holandés, bastante excéntrico en otras ocasiones, tenía buena parte de la razón en este caso. Un claro ejemplo de ello lo tuvimos ayer mismo en el partido que enfrentó al Celta contra el Almería en el Estadio Juegos Mediterráneos. Si bien la hora, el pegajoso calor andaluz y la paliza (incomprensible) que se pegó el cuadro celeste en su viaje pueden servir de excusas para distraer a los más optimistas; la realidad es otra bien distinta y bastante más explicable observando detalladamente los noventa minutos disputados por ambos equipos.

De sobra es sabido que los equipos de Lucas Alcaraz no practican un fútbol excesivamente preciosista si no más bien todo lo contrario. La sobriedad ofensiva, el orden táctico y la ordenada colocación defensiva son sus características más reconocibles. Así que el Celta, tras la derrota en Elche, se enfrentaba a una prueba más dura de lo que a priori se podría esperar hablando de un equipo con bajas importantes (Ulloa a la cabeza). Y vaya si fue una dura prueba. Pero lo es más si un equipo acostumbrado a jugar a la contra plantea un partido de la manera en la que lo hicieron los pupilos de Herrera. Hay tres puntos, ni más ni menos, que ejemplifican a la perfección las carencias del Celta ayer y el por qué de una derrota que quizá se dio más por azar que por fortuna almeriense de cara al gol.

El primero de ellos es el más claro de todos: el Celta no posee jugadores para controlar el balón. Es decir, las posesiones largas no nos benefician en absoluto, convirtiendo los partidos en un sinfín de pases horizontales que no llevan a ningún sitio y propician la cómoda organización defensiva del rival, en este caso un sólido Almería que presionó lo justo para hacer que el medio campo celeste se perdiera lo suficiente como para no avanzar mucho más allá de la línea del medio campo.

Esa posesión infructuosa nos lleva al siguiente punto, que de haber tenido distinta ejecución hubiese solucionado esa posesión estéril de la que hablamos: movimientos continuos. Ya fuese por el calor, por la disposición de algunos jugadores en el campo, por cansancio o por lo que sea, ayer no hubo apenas movimiento. El Celta jugó tan estático que defender era un automatismo fácilmente ejecutable para los hombres de Alcaraz. Volvamos a la frase de Cruyff para darle el significado inverso: un jugador, por muy bueno que sea, necesita un mínimo espacio para desequilibrar. A no ser que sea Pelé, Maradona o Leo Messi. De Lucas y David son grandes jugadores, el primero de los más desequilibrantes de la categoría y el segundo de los más rápidos. Pero necesitan espacios y movimientos del resto de jugadores para alimentarse. Pegados en banda se anulan. Especialmente David, un hombre cuya mayor virtud es la velocidad al espacio y no el estatismo ni la jugada en corto. Tan sólo Álex López y Iago Aspas quisieron moverse y, curiosamente, fueron sustituidos al poco de comenzar al segunda mitad.

El tercer y último punto es el que entronca directamente con el gol de Bernardello, que como él mismo dijo al término del encuentro, no le vuelve a salir hasta dentro de diez años. Pero eso no es excusa. Como tampoco lo es la desafortunada acción de Miranda Torres, cuestionable pero no sancionable, que provoca las quejas y la pasividad de los jugadores celestes. Bernardello controla, avanza y no encuentra nadie a su alrededor. El más cercano es Bustos, y mi ojo no es tan audaz como para afirmar si había los cinco metros que menciona el bueno de Johan o incluso más, pero la realidad es que chuta totalmente cómodo y sin oposición. Llámenlo falta de concentración, falta de agresividad, poco movimiento o como quieran. Es un gol increíble, pero un gol evitable al fin y al cabo si se estuviese más al quite. Así que, como dijo Johan Cruyff, “todo el mundo sabe jugar al fútbol si se le dejan cinco metros de espacio”. Incluso Bernardello. Mientras tanto en casa Celta tenemos mucho que corregir y un largo, larguísimo camino hacia el ansiado ascenso.

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