Las dos caras del nueve


Haciendo caso de la numerología, el número nueve es el signo del genio artístico, del sentido humanitario, del ser desinteresado, de aquel que procura hacer de buena gana y bien su trabajo; es el dígito del talento, de la generosidad, de la capacidad de empuje, de aquel capacitado para iniciar sus proyectos y trabajar con persistencia hasta su culminación.

En el mundo del fútbol, el nueve es el gol y, por extensión, es alegría y es tristeza, es grito y es llanto, es victoria y es derrota. El Celta, un club que en los últimos años ha adolecido de esa figura tan importante en el fútbol, ese atacante con instinto asesino capaz de fusilar los arcos contrarios, cuenta esta temporada con dos hombres encargados de llevar a cabo dicha misión. Dos futbolistas de perfiles bien distintos, como la noche y el día, pero relacionados por un objetivo común: el gol.

David Rodríguez, quien vive su segunda etapa en Vigo, llegó el año pasado para intentar paliar una alarmante falta de gol que fue, sin lugar a dudas, el lastre del preciosista fútbol del Celta de Eusebio. Muchos dicen que, con un rematador fiable, aquel equipo hubiese aspirado a cotas más altas, pero fue Herrera quien contó con ese delantero imprescindible en su plantel. Con él en plena forma, el Celta se paseó por las alturas de la categoría; cuando el gol comenzó a escasear, el equipo celeste sufrió un “deja vù”, un retorno a un pasado en que las porterías se hacían pequeñas a propios y grandes a extraños. Fue, sin duda, el hecho diferencial entre el Celta de Herrera y el de Eusebio; de la mano de De Lucas y con la mejoría de futbolistas como Trashorras, David trajo el gol a este equipo, la velocidad, la sensación de peligro. El conjunto vigués pasó de ser un cuchillo romo al más afilado de los machetes.

Con los 17 goles de David como saludo de bienvenida, llega Mario Bermejo, aquel fornido delantero que hizo estragos en el Racing de Ferrol pocas campañas atrás. Y llega como sustituto, al tiempo que como complemento. Si David es movilidad, Bermejo es referencia ; si el primero prefiere fútbol raso, el segundo maneja el juego aéreo; si el talaverano es remate, el cántabro es juego de espaldas; si el canterano colchonero representa la juventud, el ex del Xerez aporta experiencia…

Lo que si parece claro es que si David es gol, Bermejo es gol. Separados o juntos en el once. La llegada de este nuevo goleador ofrece al Celta muchas variantes que antes no tenía: mientras David se encuentra más cómodo con espacios para explotar su velocidad, Bermejo puede ser el perfecto “delantero tanque”, capaz de desatascar partidos trabados. Incluso ambos pueden complementarse en la delantera, pues presentan cualidades distintas para el mismo objetivo. Son caminos diferentes para alcanzar un mismo final. Son, las dos caras del nueve.

Moi Celeste

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