Publicado por Marcos L. Bacariza el 3/12/2011 08:39:00 p. m.
El Celta ha cosechado su tercera derrota consecutiva, saliendo de los puestos de ascenso directo que ocupaba en las últimas jornadas a causa de la victoria del Betis en Girona. El Celta mereció más en la primera mitad, pero perdonó a un Villarreal que tuvo que quedarse con 10 jugadores para anotar el único tanto del partido. A 3 minutos del final, Pino Zamorano anuló un gol legal a David Rodríguez en otro "error humano" del colectivo arbitral.
Tercera derrota cimentada en la falta de gol de un equipo que jugó practicamente con su once de gala, salvo la inclusión de Murillo y con la agradable sorpresa de la entrada en el once inicial de Borja Oubiña. El canterano demostró el talento que se le presupone, y también que aún no está al 100% ni mucho menos.
Arrancó muy fuerte el Celta, consciente de que el tiempo podía jugar en su contra. Así, en los primeros 13 minutos gozó de hasta 4 ocasiones claras de gol que pudieron haber desnivelado la balanza. Pero este equipo, otrora efectivo, se ha transformado en un equipo romo en ataque, fallón, que recuerda a equipos de otras temporadas.
Los primeros 20 minutos fueron totalmente del Celta, que pudo haber dejado el partido casi finiquitado a poco que hubiese aprovechado las ocasiones que tuvo. La más clara fue para Michu, que tiene el gol por virtud y que hoy falló uno, completamente solo, tras un centro desde la banda con la portería vacía. El asturiano picó el balón innecesariamente y terminó saliendo por encima del larguero tras el bote. Es realmente dificil hacer lo que hizo.
Llegada la media hora, el Celta se dio una tregua. Las concesiones defensivas del Villarreal habían sido grandes, pero también lo había sido el trabajo del equipo. El Villarreal se fue desperezando y saliendo de la cueva, especialmente con un Iago Falqué inspiradísimo, que traía de calle a los zagueros, bastante nerviosos en el día de hoy.
La primera parte se fue muriendo sin que el Celta hiciese mucho para evitar su agonía. Gozó de alguna ocasión, pero sin ser realmente claras como las del primer cuarto de hora.
En la reanudación, los dos equipos formaron sin cambios, y a los 3 minutos, un hecho marcó el desarrollo del partido. Ander Murillo roba un balón por la banda derecha, cerca de línea de fondo, y Jaume Costa se ve obligado a pararlo en falta. Pino Zamorano le mostró una merecida tarjeta amarilla que era la segunda y la consiguiente expulsión.
El Celta tenía toda la segunda mitad por delante para ganar el partido jugando contra un equipo filial, sin experiencia, en inferioridad, pero fue a partir de este momento precisamente cuando el partido se pudo peor. Dos minutos después, Oubiña y Murillo se tragaron un regate de Gerard Bordás, Vila, en su línea blandengue rechazó como pudo el balón al mismísimo centro y allí apareció Iago Falqué para batir a un Falcón que tal vez pudo haber hecho más.
El Villarreal B por delante y el Celta cumplió aquello de que es incapaz de remontar partidos, algo que este año no se había notado tanto, pero que en los últimos tiempos está siendo exagaradamente real.
Herrera fue quemando todas las naves, una a una. Primero sacó a Oubiña del campo y metió a Papadopoulos, luego retiró a Michu y dio entrada a Abalo, y el siguiente y lógico paso era sacar a Murillo para que Abalo ocupase el lateral, dando entrada a un atacante, en este caso Aspas.
Ninguno de los cambios mejoró al equipo en ataque, y con cada uno, las concesiones en defensa eran mayores. En la segunda mitad solo un milagro evitó que el Villarreal B golease al Celta. Unas veces Falcón, salvando goles cantados, y otras Murillo o Bustos, que sacaron dos balones que ya entraban en la portería celtiña.
Fue una demostración de impotencia de un Celta que no supo encontrar ni una sola grieta en una zaga que tampoco es modélica en defensa. Casi todo el juego venía por la banda de Abalo, que se empeñaba en conectar con Aspas, y que solo veían pases y nunca tiros. Iago Aspas ensayó el primer disparo cuando apenas quedaban 5 minutos para el final.
Con un Villarreal B absolutamente metido atrás, a ningún jugador del Celta se le ocurría tirar, sino que buscaba huecos donde no los había por una cuestión física. Si los defensas están tres metros por delante del portero, dificilmente habrá huecos para un desmarque, pero sí habrá, y mucho, para tiros lejanos.
El Celta no supo leer el partido. Abalo, que casi nunca levantaba la cabeza, sólo buscaba las botas de Aspas, y Aspas las de Abalo, pero nunca a Diego Mariño. Fue un ejercicio de impotencia. El Villarreal sin hacer prácticamente nada, desnudó las carencias de un equipo que atraviesa un bache mucho peor de lo imaginable.
Por supuesto no faltó el detalle del árbitro, que escamoteó, (o robó, como prefiráis) un gol al Celta. El asistente señaló fuera de juego, pero no lo era. Ni de Roberto Lago en el momento de recibir el pase, fue el que señaló, ni de David, que estaba por detrás del balón. Otro grave error arbitral que cuesta puntos, pero mientras otros se quejan sin motivo, nosotros miramos para otro lado, y así nos va.
La tercera derrota dejará muchas heridas en el vestuario. Cristian Bustos vio la quinta amarilla, ahora sí que no se podrá hacer nada, y no jugará ante el Granada. Mal día para que no esté el alicantino. Ese partido será una auténtica final, prácticamente eliminatoria, ya que una derrota descabalgaría al Celta de los puestos de ascenso directo.
Lo teníamos todo en nuestra mano y lo hemos dejado escapar de una forma lamentable. En fín, habrá que seguir creyendo en los jugadores y a ver si vuelven las sensaciones de las primeras 26 jornadas. Esperemos que este partido haya sido el punto y final a un bache que lleva camino de ser un socabón.
Ficha técnica
Celta: Falcón, Murillo (Iago Aspas, min.70), Jonathan Vila, Catalá, Roberto Lago, Bustos, Oubiña (Papadopoulos, min.52), Michu (Dani Abalo, min.55), Trashorras, De Lucas y David
Árbitro: Pino Zamorano, del comité castellano-manchego. Expulsó con doble marilla a Jaume Costa (min.47) y amonestó a Bustos, Catalá, De Lucas, Roberto Lago, Iago Falque, Gerard y Marcos Gullón.
Campo: Balaídos, 11.856 espectadores. Antes del comienzo del partido se guardó un minuto de silencio en memoria del ex jugador del Real Club Celta, Julio Outerelo Rodríguez, quien perteneció a la primera plantilla celeste en la Temporada 1954-55, recientemente fallecido.
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